Es cierto que debido a la contaminación marina, algunos pescados contienen ciertos metales pesados (especialmente metilmercurio) que, según su concentración y frecuencia de ingesta, puede resultar muy perjudicial para la salud. Los peces que suelen acumular cantidades más elevadas son los depredadores grandes, es decir, los que se comen a otros más pequeños, como el tiburón, el pez espada (emperador), o el atún rojo. No solo almacenan el metilmercurio del mar, sino el que contienen las especies más pequeñas con las que se alimentan. Por eso, es mejor tomarlos muy de vez en cuando e incluso evitarlos. De hecho, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) recomienda a mujeres embarazadas, lactantes y niños menores de 3 años no consumirlos.
El problema si tomas con mucha frecuencia los pescados mencionados (más de 100 gramos a la semana) es que el organismo elimina los metales muy despacio y lo acumula, sobre todo, en el cerebro, el hígado y el riñón. Por eso, puede dañar estos órganos y al sistema nervioso central. En embarazadas puede afectar al desarrollo del feto.
No representan peligro para la salud la mayoría de los pescados (blancos y azules pequeños) que consumimos, ya que contienen niveles de mercurio bajos. Y es que los beneficios que aportan a la salud son mucho más importantes que sus desventajas, por lo que, si no estás dentro de un grupo de riesgo, te conviene tomar pescado de tres a cuatro veces a la semana, y que dos sean de tipo azul pequeño.
Recomendaciones acerca del consumo:
Varía las especies que tomas a lo largo de la semana y a la hora de elegir el azul, decántate por los más pequeños como el boquerón, la anchoa, la sardina, el arenque... y los que tienen una baja concentración de mercurio (bacalao, pescadilla...).
No lo tomes crudo: consúmelo siempre bien cocinado, utilizando técnicas sencillas como la cocción al vapor, el hervido, el horno o la plancha. Si los combinas con verduras, conseguirás un plato cardiosaludable, ligero y antioxidante.
Limita los grandes: sean frescos, congelados o en conserva, como los de gran tamaño con moderación: no más de una ración de 100 gramos a la semana, así tu cuerpo tendrá tiempo de eliminar el mercurio antes de acumular más.
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